sábado, junio 23, 2007

HAGAMOS EL VÁNDALO

Las revueltas no surgen de los libros, ni de las mentes de ningún iluminado. Las revueltas surgen de la explosión de desobediencia de quien ha acumulado suficiente rabia como para romper con los cauces oficiales de la protesta. Las personas progresistas ven a los explotados como alguien a quien organizar y educar con fines reivindicativos. La mitificación con la que se observa a las autoridades le impulsa a ver a la gente como una masa de seres incapaces de toda iniciativa real contra el poder. Hereda de los ilustrados del siglo XVIII una adoración mística por el racionalismo, la planificación y una fobia enfermiza por la pasión, los deseos y la revuelta desordenada.

El intelectualismo izquierdista pretende planificar desde su mesa de tertulias las protestas, las transformaciones sociales y nuestras vidas. Pretende convertirnos, a su imagen y semejanza en vegetales conscientes. Y es que la pasión y el rechazo de las convenciones a la hora de actuar es lo que ha abierto muchas veces los caminos a la rebelión incontrolable. No hay nada que canse tanto como el enorme esfuerzo que realizamos para seguir siendo, durante años, razonables. Para no ser simple y profundamente nosotros mismos.

La pasión por la vida exige cólera y odio por quien quiere matarnos poco a poco; renuncia a renuncia. Los suicidios cotidianos de la obediencia, la transigencia y la resignación nos hacen convertirnos en zombies con horchata en las venas.

La reacción del planificador de protestas ante la acción rebelde es hostil. Suele condenarla escudándose a menudo en la respuesta represiva que pueda venir. Y es porque no ve al poder como enemigo a destruir. Si lo hiciese entendería que en el enfrentamiento entre explotadores y explotados no hay un momento de paz; Los choques son continuos y la represión es una herramienta más del opresor.

La rendición de mantenerse dentro de los límites de la legalidad no garantiza la continuidad de ningún movimiento anti-autoritario, en realidad es su peor enemiga.

Las organizaciones izquierdistas se convierten cada día más en Instituciones Oficiales de la Queja (I.O.Q). Su funcionamiento es un ciclo que empieza tratando de absorber (en plan aspiradora) focos de disidencia o descontento para que, una vez clasificados, puedan ser representados como grupos de presión que piden (como pollitos) su ración de concesiones a papá-Estado.

De ahí que los progresistas vean como una amenaza el acto rebelde individual o en grupo que se escape a su control. Y es que si cualquiera puede atacar al enemigo con solo tener las cosas claras y determinación, ¿quién necesita profesionales de la lucha y aparatos burocráticos?.

Así, cuando aparecen actos no controlados por las I.O.Q. estas reaccionan a la defensiva. Dirán que son acciones contraproducentes, sin sentido o incluso que las ha provocado el poder para reprimir mejor. Con ello tratan de encubrir su propio fracaso volcando la culpa en "los violentos", "los provocadores", "los incontrolados", etc.

En realidad la vida diaria continúa al margen de estas fantasías ombliguistas. Hay continua actividad ilegal contra el enemigo; robos diarios a empresas y supermercados, destrucción de maquinaria de trabajo, ataques a la policía, etc.

Si no se ha transformado este comportamiento ilegal generalizado en momentos de rebelión colectiva es por dos razones fundamentales; 1) por la falta de confianza en la propia capacidad individual y colectiva y la mitificación del poder, y; 2) por la existencia de prejuicios morales respecto a la violencia, el diálogo, etc.

La eliminación del elitismo (propio de la cultura de izquierdas) empieza por no creerse ni más ni menos conscientes que el resto de explotados. No es infravalorando acciones espontáneas de ataque por detalles como extenderemos la revuelta. Haciéndonos cómplices de ellas y "llevando gasolina allá donde haya fuego" romperemos los cauces controlados de oposición y extenderemos el comportamiento ilegal.

Practiquemos el vandalismo. O lo que es lo mismo, la acción que busca la diversión y el placer en el ataque a algo o alguien que nos oprime. Es una práctica sencilla y abierta a todo el mundo. Por ello está tan extendida y podría extenderse mucho más. Con el ataque desmitificamos al enemigo rompiendo la falsa apariencia de paz y control total.

Con el vandalismo también se rompe con el mito izquierdista (político o militar) de que el corazón del poder está en la cúpula lejana de representantes. El corazón del poder está a nuestro alrededor cada día, en las relaciones que establecemos con el patrón, la jefa, los agentes represores, empresas, instituciones...

Ningún acto de revuelta es ciego o inútil. La simple ostentación de poder o derroche de dinero por quien nos explota es una provocación para quienes sufrimos las consecuencias de ambas. Merecen recibir el fruto de nuestra rabia.

Este sistema no nos puede ofrecer lo que queremos y por tanto estamos enfrentados al día a día. No delegaremos en nadie nuestra actividad de ataque, no necesitamos profesionales de las armas. Es falso que la actividad de ataque lleve directamente a la clandestinización. También es falso que para llevar una dinámica de ataque haya que estar en la clandestinidad. Los únicos interesados en difundir estas fantasías son el poder y las organizaciones izquierdistas (armadas o no).

La cuestión no es si debemos elegir entre manifestarnos por las calles o llevar adelante acciones de grupo. Deberíamos ser flexibles y comprender que todo acto que haga avanzar la revuelta es válido; que la separación entre estos y otros tipos de actividad la ha diseñado el sistema por medio de leyes y normas morales para debilitarnos. Debemos ser flexibles para actuar a la luz del día y por la noche.

El vandalismo es una herramienta útil y divertida. Una más. Su mala prensa se debe sobre todo a su capacidad para desestabilizar la vida cotidiana y su facilidad para extenderse. Por eso nos interesa, por eso lo defendemos y practicamos.

Es muy fácil. Usted también puede hacerlo. ¡Hágalo!

Este folleto se puede usar de muchas formas. A quien lo escribe le gustaría especialmente una; se trataría de quien lo haya empezado a leer elija algo que le oprime cada día y usase este papel como mecha para chamuscarlo. Si este momento no es el mejor también puede uno leérselo mientras tanto. Lo que está escrito pretende ser un ataque a los prejuicios heredados de la sociedad capitalista con respecto al vandalismo, los disturbios, los saqueos, etc.

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5 comentarios:

Anónimo dijo...

Yo cada vez soy más egoísta. Esto es porque estoy hasta los cojones de la hegemónica cultura de masas que impide que la gente de cultura o que nos interesan determinadas cosas más relacionadas con las humanidades que con el nihilismo más cutre y la apariencia, tengamos cabida en este mundo (en Vigo ni hay tiendas donde comprar movidas que me molen...).
Estoy hasta los cojones de la clase media de mierda que consume mierda y se convierte en más mierda todavía, con vidas de mierda y relaciones de mierda y de las putas economías de escala que impiden que haya alternativas de vida. Por lo tanto estoy hasta los cojones de este capitalismo sustentado por la clase obrera que (esto en contra de lo que creo que dices) no tiene conciencia de sí y se entierran felicen en su mierda mientras otros se hacen hiper-ricos a su costa y no me tratan con respeto por el hecho de ir en una motito de 50 y no cotaminafanfarroneando con un todo terreno... Pero les van a dar por culo a todos!!

No sé por qué digo esto, pero es lo que me has inspirao visi...

A lo que voy es que estoy camino de tratar a la mierda como lo que es. Una serie de analfabetos e ignorantes vitales que no son nada más allá que en los objetos que consumen. Que viven para aparentar y siguen el camino que otros les marcan. Voy a ser el típico intelectual hijoputa que mire por encima del hombro al que no tenga puta cultura ni conocimiento de nada de lo que pasa en el mundo. Desde luego no pienso dar ni un puto paso en favor de esa gente. O quizás decida enmascararme como uno de ellos y mentirles para aprovecharme de ellos y darles de comer mierda (porque llevo años estudiando cómo se fabrica esa mierda y por qué funciona...) y que me paguen por ello.
Joder, tengo una seria crisis. Se nota que estoy en un proceso de cambio... Seguiré informando

Anónimo dijo...

***copiapega tipo visi***
"En las grandes guerras, los grandes tiranos y genocidas dedican esfuerzos especiales a la destrucción cultural. La semejanza entre la fobia a la cultura de Hitler y la de Bush no se debe a que manifiesten síntomas comunes de locura. La semejanza está en los proyectos de mundialización que animaron a uno y dirigen al otro.
La cultura es de las pocas cosas que mantienen aún respirando al estado-nación. La eliminación de la cultura será el tiro de gracia. Al funeral nadie asistirá y no por falta de conociminento, sino de Rating."
***Subcomandante Marcos en Brumaria nº 3***
A esto merefería con mi malestar. El desprecio a la cultura es una de las más letales consecuencias de la globalización. Es la desaparición completa de algún tipo de diferencia y, por lo tanto, alternativa al consumismo puro y duro.

Anónimo dijo...

Son Iker
Sabias verbas.
Tí dis: " El desprecio a la cultura es una de las más letales consecuencias de la globalización" ( que grande é o recorta e pega).
Eu diría máis: " A aniquilación da cultura, da diferencia, é o obxetivo final deso que venhen en chamar agora globalización, o puto capitalismo de toda a vida. Por iso silencian, manipulan,reprimen toda cultura que se opón firmemente ao seu mundo de merda, baseado no envoltorio.
Respecto a isto que dis: "Por lo tanto estoy hasta los cojones de este capitalismo sustentado por la clase obrera que (esto en contra de lo que creo que dices) no tiene conciencia de sí y se entierran felicen en su mierda mientras otros se hacen hiper-ricos a su costa" fago outro matiz. Eu non creo que sexa tanto que a clase obreira non tenha conciencia de sí ( cando estás cobrando entre 600,900 euros e todos os teus amig@s cobran iso, vas pola rua e oes, sabes,.. que todo o mundo está igual.. pois un sentimento como de clase sí que agroma, penso eu; inda que non se poida comparar co de antes, xa que a sociedade deste século en pouko ou nada se parece a dos séculos anteriores.
Respecto ao de " capitalismo sustentado por la clase obrera" pois sí..está claro que se vives nunha cidade estás condeado a alimentar, máis ou menos, iso depende de cada um, ao sistema. Home, sempre se pode seguir o consello da canción: " Basta ya de trabajar para burgueses capitalistas. Hay que fomentar cooperativas asamblearias", inda que me parece que para iso habemos de pelexar bastante.
OI!

Anónimo dijo...

Vaya rallada. Soy un puto inculto, ¿y qué?
Las organizaciones de izquierda no dejan de ser partidos políticos, y como tales son organizaciones represivas. Que alguien le eche huevos e intente discrepar con la nomenklatura, sea ésta de derechas, centro o izquierda. Acabarán por asfixiarlo hasta el hastío.

Anónimo dijo...

de acuerdo contigo Visi.

Con lo de clase obrera que sustenta al capitalismo me refería principalmente al tema del consumismo que es algo que me parece incríble.

No entiendo como puedo estar en una empresa en la que toda la peña de cursso bajos lo flipan con el de tal empresa porque tiene un mercedes nosequé...