Todo a estribor
Pocas cosas hay tan pasadas de moda como la política tratada en los términos en los que solemos hablar de ella en este blog. Las ideologías que tratan de esbozar sistemas de organización social están completamente fuera de las reflexiones colectivas y, de los postulados teóricos del XIX, sólo se conservan pequeños ecos, derechos fundamentales que, a duras penas, tratamos de no perder del todo.
El poder político ha perdido la mayoría de sus bazas en beneficio del libre mercado y su papel se ciñe a poco más que extender licencias de urbanización, hacer campañas de tráfico y suprimir el humo del tabaco en los lugares públicos. El mercado campa a sus anchas y pocas o ninguna son las reformas que se hacen de un modo estructural, es decir, modificando en realidad las bases sobre las que se rigen los flujos económicos (hacer esto es de "populistas", se dice). A lo máximo que se aspira es a realizar una suerte de distribución de la riqueza mediante pagos a los ciudadanos para que tengan hijos, para que alquilen un piso o para que el Euribor les afecte lo mínimo. Lo que se da por sentado con esta actitud es que el mercado y "la libertad" de especulación son intocables.
Asentados en esta idea poco es lo que distingue a un partido de derechas sobre uno de izquierdas en términos reales y son los aspectos simbólicos los que diferencian en realidad a conservadores de progresistas (matrimonio homosexual, asignatura para la ciudadanía, etc.). El problema de esta apolítica general es que el conservadurismo cada vez gana más adeptos en las clases bajas e incluso dentro de la población inmigrante (muy pragmática) y los intereses económicos de las clases altas (hechos) se combinan con las emociones conservadoras (símbolos) de unas clases bajas que ven en la derecha un flotador que aporta orden y mano dura en un contexto tan revuelto como el que todo los días se encargan de dibujar los telediarios de capital derechón (Antena 3 y Tele 5, básicamente).
De este modo una derecha que por lógica debería estar contra las cuerdas tras lo ocurrido en el 11M sigue manteniendo como cabezas visibles a personajes como Zaplana y Acebes, delincuentes que mienten por defecto y mantienen la contienda política en un juego de matones de barrio. Manejan los símbolos del caos y de la España que se rompe, para en realidad romperla ellos y autocumplir una profecía a base de trampas y mentiras como las que, impunemente, viene vomitando el periódico El Mundo.
Y lo cierto es que la derecha se está encontrando cada vez más cómoda en este escenario del espectáculo continuo. Marcan la agenda política de cada día, hacen slogans verdaderamente deslumbrantes (el "efecto llamada", por ejemplo) y crean una realidad ficcionada que pone el énfasis en aspectos tan simbólicos como intrascendentes para encubrir sus verdaderos intereses (euros + euros).
El gobierno y la izquierda, por su parte, no ha conseguido tejer un discurso tan breve y conciso que en 59 segundos consiga desmontar el lenguaje de la derecha. Zapatero se ha convertido en un saco de golpes y sus votos son los de la antiderecha. El problema es que la estrategia feroz y ruda del PP y la actitud defensiva del PSOE, está haciendo bascular a este Estado hacia la derecha de un modo verdaderamente preocupante. El debate sobre el modelo de estado, por ejemplo, enfrenta a los que dicen que España se rompe con los que dicen que eso no es verdad, sin que tengan cabida posibilidades activas o positivas hacia algún tipo de cambio. El ritmo lo marca el PP y el PSOE se ve limitado a que no suceda lo que el PP dice que puede suceder. Esto no es otra cosa que hacer lo que el PP manda (todas las ruedas de prensa del PP son listados de tareas para el gobierno) y la política del PSOE hace tiempo que es prácticamente nula, a excepción de esos detalles simbólicos que, como demuestran las encuestas, le cuestan más votos de los que gana.
La reacción cabe esperar que venga de una izquierda radical y desvertebrada mucho más hábil en la construcción de teoría facilona que la izquierda moderada pero que a base de actitudes "políticamente incorrectas" sólo consiga, en la práctica, crear una base más sólida a la verborrea pepera. Cuando se presente el mesías Gallardón a presidente del gobierno ya tendremos nuestros "zeros" a tope de vaselina.
P.D.: Siento el ladrillo que os acabo de meter, pero hacía tiempo que no escribía y era esto o hacer la pregunta de por qué a López Caro no lo critica la prensa, por qué nadie dice que Perera es un cáncer y por qué no se reconoce que Lequi y Contreras, lejos de ser unos salvadores, son unos descerebrados (Hristo vuelve!!!)